Fue el hijo de Wilhelm Mast, Curt, el que cambió el rumbo del negocio familiar de la familia, dedicada a la producción de vinagre. Pasaron unos años hasta que perfeccionó la receta de Jägermeister, elaborada con 56 ingredientes botánicos, pero creemos que la espera valió la pena. A día de hoy los ojos de nuestro fundador, inmortalizados en piedra, siguen custodiando su creación.
La ciudad de Wolfenbüttel en la Baja Sajonia, con una gran riqueza histórica, rodeada de naturaleza y próxima a Berlín, es —igual que la bebida a la que dio origen—una mezcla perfecta de los mejores ingredientes. Con una ilustre historia como núcleo artístico y científico, nos gusta pensar que una de sus mayores obras de arte fue inspirar la creación de Jägermeister.
Su llamativo logotipo está inspirado en la historia de San Huberto. Un buen día Huberto, que era cazador, tuvo una visión de un imponente ciervo con una brillante cruz entre las astas. Esta visión lo transformó y a partir de ese momento defendió el respeto a la naturaleza, convirtiéndose en el santo patrón de los cazadores. Curt Mast pensó que esta impactante historia era ideal para su potente licor y adoptó el emblema del ciervo en honor al verdadero "Maestro de la Caza".
Gran aficionado al aire libre, Curt Mast necesitaba una botella que fuera muy resistente. Para encontrar la opción ideal, dejó caer varias botellas con formas distintas al suelo de madera de roble de su casa hasta que por fin una resistió el golpe. Esta elección práctica se convirtió en un símbolo: más de ochenta años después, esa reconocible botella rectangular sigue destacando en bares y clubes de todo el mundo.
|
